viernes, 24 de julio de 2009

EL PUERTO

Mi puerto y yo.


Hay un pequeño puerto de 6 kms. que subo a menudo; es la carretera que sube de Hostalric a Sant Feliu de Buixalleu. Aunque para los grandes ciclistas este puerto no sería más que una tachuela, para mi cada vez que lo subo es como si fuera el Tourmalet o el Alpe d'Huez.
La diferencia de altura entre los dos puntos es de 240 metros, y aplicados los métodos sencillos de cálculo de porcentajes sale apenas un 4% de media, aunque puedo asegurar que puede haber rampas, aunque sean cortas que pueden rondar el 8% o el 9%.
El puerto se podría dividir en 3 sectores; el primero sería el que va desde Hostalric hasta la ermita de Grions, con tramos suaves y sin apenas dificultad.
El segundo sector ya se complica un poco, y tienes que echar mano del 32-23, al menos en mi caso, para pode ir subiendo. Este sector agrupa una serie de curvas a derecha e izquierda hasta que se llega al primer descansillo, un tramo en bajada de 1 km aproximadamente que agradeces enormemente.
El tercer sector es el más complicado porque comprende un par de grupos de rampas y curvas que llegan hasta el final, y aunque hay un descansillo corto entre los dos grupos, notas como las piernas te duelen, como tus pulmones están a punto de estallar y como la musculatura está engarrotada como cables de acero en tensión.
El paisaje, aunque vayas con la cabeza baja para no ver cuanto te queda aún, es precioso. Se puede contemplar todo el valle del río Tordera con el Montseny al fondo. Es una ruta con muy poco tránsito de coches; hay veces que no he visto ni uno en todo el trayecto, y que se puede complementar luego bajando hasta la carretera de Arbucias y desde allí rodar hacia Hostalric y enlazar con la C-35; o hacia Coll de Norri con llegada a Breda, y también hacia Arbucias con más posibilidades de ir hacia Coll de Revell, Sant Hilari, Viladrau, etc.
Fue el año pasado que inaguraron la carretera y la primera vez que lo subí; por su proximidad a mi domicilio y su ubicación es ideal para entrenar porque no me alejo mucho de casa y porque no te regala nada. Si quieres subir tienes que apretar el culo y mover las piernas, de lo contrario, darás media vuelta con la cabeza baja y buscarás la tranquilidad del descenso, pero sabrás que esa noche, antes de dormirte, bien duchadito y con los músculos relajados, no podrás sonreír porque no lo has coronado.

domingo, 19 de julio de 2009

ENTRENANT PER TORNAR A PRIMERA DIVISIÓ...

Can Cadell-Hostalric-Mallorquines-Caldes de Malavella-Llagostera-Cassà de la Selva-Mallorquines-Hostalric-Can Cadell.

Parada tècnica al Coyote Bar de Caldes (birra + entrepà de truita 4 euros)

domingo, 5 de julio de 2009

LA BICICLETA

Publicado por Eugenio Fuentes y Tim Koelln en El Pais, 5 de Julio de 2009

LA BICICLETA

Hay dos juguetes imprescindibles para cualquier niño: un balón y una bicicleta. El balón para jugar en equipo y conocer a los demás, para aprender a respetar al adversario, a cumplir las reglas pactadas, a evitar tanto la humillación en la derrota como la arrogancia en la victoria, a apreciar la solidaridad y las ventajas de la colaboración. La bicicleta para conocerse a sí mismo, para aprender el valor del sacrificio individual y del esfuerzo y, si hay competición, para descubrir que el rival no es muy diferente de nosotros.

La bicicleta es un vehículo tan frágil y liviano que cualquier choque la rompe, tan delgado que resulta casi transparente. No admite secretos de motores, ni de alerones o difusores, de modo que todo queda fiado a la fuerza de las piernas que la desplazan. No es casualidad que el primer diseño de una bicicleta se deba a quien dibujó la primera máquina de volar. Desde el original artilugio que Leonardo da Vinci inventó con unos tubos de hierro, unos alambres y unas ruedas de madera hasta la actual perfección de caucho y de carbono, no han podido con ella ni la electricidad ni la gasolina. Y siguen aumentando sus adeptos.

En el ciclismo no triunfa el campeón de energía bruta, porque aquí no vence quien tiene más fuerza, sino quien mejor relaciona su fuerza con su peso. Aquí no se amagan ni se infligen golpes, no se dispara a ninguna diana o portería, no se lanzan objetos puntiagudos o pesados. Aquí nadie tiene que levantar los brazos para defenderse, nadie espera a contar hasta 10 para ayudar al caído. Aquí se valora más la fuga que el ataque.

Como la primera mujer que amamos, o la primera muerte de un ser querido, montar en bicicleta forma parte de esas experiencias que nunca se olvidan. La mezcla de placer y miedo provoca tal intensidad en las sinapsis entre las neuronas implicadas que el paso de los años no logra deteriorar sus conexiones. El cerebro guarda esa información como tesoros, como si ya supiera que algún día necesitaremos recordar cómo eran los besos de la mujer amada, qué lecciones aprendimos de la persona muerta o cómo guardar el equilibrio cuando no podemos echar pie a tierra porque la tierra quema.